A veces la página en blanco te da miedo. Se queda ahí, mirándote fijamente, desafiándote a llenarla con tus palabras y tus pensamientos, pero no te viene nada. Capaz en esta edad de computadoras y smartphones y tablets la página en blanco se ha hecho más fuerte, más brillante, más poderosa, o capaz estoy sufriendo de un caso de bloqueo de escritor y estoy tratando de encontrar algo concreto a lo cual echar culpa. No es que no tenga nada en mi mente, al contrario, no paro de pensar, de repensar, de reflexionar, de imaginar, de meditar, de filosofar (bueno, por ahí sería mucho decir que realmente filosofo...) sobre la vida, el amor, la familia, los amigos, el trabajo (o el no tener trabajo), el fútbol, la salud, mi cirugía, la soledad, el propósito, la falta de propósito, la riqueza, la pobreza, la alegría, la tristeza, pero mi problema es: ¿cómo hago para expresarlo todo con la palabra escrita? ¿O debería aún escribirlo?
Escribir me da miedo. La mejor escritura abre la puerta del alma de una persona, pero no es fácil dejarse tan expuesto. ¿Qué pasa si la gente te rechaza? ¿Qué pasa si lo mejor de vos no alcanza? ¿Qué pasa si tus luchas personales son insignificantes y patéticas y tus sentimientos son impotentes y superficiales? ¿Qué pasa si tus preocupaciones más profundas son tontas e irracionales? ¿Qué pasa si todo este asunto de hacerte adulto no es para nada como lo habías imaginado y a los 24 años te encontrás de nuevo viviendo en la casa de tus padres? ¿Qué pasa si tenés un dolor constante, sofocante que empieza en tu pecho y sube hasta tu garganta cuando pensás en tu amor, tu mejor amigo, que está a miles de kilómetros porque sabés que no lo vas a ver durante más de dos meses y a pesar de las nuevas tecnologías asombrosas que te dejan comunicar virtualmente, no es lo mismo?
Todavía no respondí a mi problema inicial: ¿Cómo hace uno para escribir sobre estos temas? Por lo menos lo intentaré:
Estoy de nuevo en los EEUU, en Dallas, Texas si vamos a ser precisos, sufriendo de un shock cultural, un poco de depresión y de un calor de más de 38 grados todo al mismo tiempo. Mi familia y yo, asimismo con el cuerpo técnico y médico de River Plate Fútbol Femenino, estuvimos de acuerdo que volver a EEUU para mi operación del ligamento cruzado anterior y la primera parte de mi rehabilitación de 6 meses sería lo mejor para mí. Honestamente, no fue fácil convencerme de dejar Buenos Aires, tenía toda la confianza en los médicos del club que me iban a operar ya que son los mismos que han operado a muchos jugadores de primera, y no sólo a los de River. La logística postoperatoria, sin embargo, fue lo que me empujó decididamente hacia volver al país de los yanquis para la cirugía.
Durante el mes y medio entre mi lesión y mi viaje a los EEUU, tiempo que pasé luchando contra la atrofia muscular en mi pierna lesionada y trabajando para recuperar la movilidad completa en mi rodilla, intentando ir y volver de kinesiología sin auto fue bastante complicado. Le médica de fútbol femenino en River, además de mi mamá paranoica (y amorosa), me prohibieron usar transporte público ya que una rodilla inestable más colectiveros locos hacen una combinación peligrosa y tendría el riesgo de lesionarme aún más. Entonces, tuve que depender de amigos con autos que, por razones obvias, no siempre me podían llevar y traer a kinesiología en el club, que queda en la otra punta de la ciudad de donde vivo yo en Buenos Aires, y en esos momentos tuve que gastar como 25 veces más en taxi que lo que hubiera gastado en colectivo.
Y voilá, acá estoy nuevamente en Texas, pero esta vez no por mi propia voluntad. A pesar de que estoy agradecida por la oportunidad de pasar más tiempo con mi familia y de ver a amigos que no veo desde hace más que un año y medio en algunos casos, es imposible no extrañar a Buenos Aires en toda su locura gloriosa. Es como si hubiera sido arrancada de la tierra y plantada en un universo paralelo, pero mis raíces fueron dejadas atrás; mi cuerpo está en Dallas, pero mi corazón y mis pensamientos se quedaron en Argentina con mi equipo, mis estudios, y mi Cris.
El martes a la mañana me reuní con el traumatólogo que me va a operar. Un hombre alto y grandote con años y años de experiencia y cientos de cirugías de rodilla en su haber, me aseguró que todo iba a salir bien y que saldría como nueva—con la estipulación de que siga exactamente y fielmente sus instrucciones a lo largo de mi recuperación. Después de explicarme los detalles de la operación, que tipo de injerto recomendaba para el reemplazo del ligamento (para los que están interesados, usará un tejido semi-tendinoso del músculo izquiotibial), como será la rehabilitación durante los próximos 6 meses, y otra información que ya olvidé al otro día, la enfermera entró y, durante lo que me pareció como sólo 5 minutos, me dio un millón de instrucciones sobre lo que tendría que hacer inmediatamente antes de la operación y en las semanas siguientes. Traté de prestar atención, pero sentí que mi mente se iba deambulando y me encontré preguntando por qué tenía que pasar por esto. ¿Por qué la pelota en esa jugada no habrá pasado por arriba del travesaño ? Si hubiera sabido que iba a ocurrir todo esto, capaz debería simplemente haber dejado entrar la pelota al arco. Pero no puedo volver al pasado—aunque quizás lo deseara.
Algo que he estado repitiendo a mi misma y a los otros que tratan de expresar su simpatía por mi lesión (pero principalmente para mi misma) es "todo pasa por un motivo" aunque no creo que entienda todavía cuál es la razón en este momento.
La operación fue programada para el lunes, y estoy ansiosa por comenzar el proceso de mi rehabilitación para poder estar nuevamente en la cancha, haciendo lo que amo.
Este fin de semana, sin embargo, mi mente no estará pensando en mi cirugía sino en mi equipo ya que nos tenemos que enfrentar con nuestro rival, Boca Jrs., en el Superclásico del fútbol femenino. Este año está todo en juego, con 2 ex-jugadoras de River (que no se fueron de forma muy amistosa) entre las titulares de Boca y el campeonato que se debe ganar. Ojalá pudiera estar ahí para verlo en persona, aún más ojalá pudiera jugar en el partido (es el segundo Superclásico que pierdo por culpa de una lesión), pero me tendré que conformar con alentar desde lejos—y a través de Whatsapp.
Dale River Carajooooo!!!!
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