Otro tema es el orden. ¿Comparto los recuerdos más recientes, o sea los que tengo más claro, o comienzo por el principio, relatando todo cronológicamente? Por favor, bánquenme mientras trato de llegar al mejor formato, lo cual podría ser ni una opción ni la otra sino en realidad una mezcla de las dos. Decir que mis habilidades de "blogueadora" están un toque oxidadas sería poco. Entonces, les pido que me den el "aguante" mientras rompo el hielo con este primer relato.
En mi última entrada, les conté de mi vuelta a la cancha en febrero después de haberme operado del ligamento cruzado anterior en julio del 2014 (el 28 de julio hizo ya un año de la operación!); muchas cosas han sucedido desde entonces. Recuperé la titularidad en River Plate, jugué en mi segundo Superclásico con Boca Juniors que terminó en un empate sin goles y en marzo fui citada para entrenar con la Selección Argentina en preparación para los Juegos Panamericanos en Toronto en julio de este año.
Al reflexionar qué escribir, pensé que sería interesante relatar cómo, a pesar de los obstáculos y dificultades, llegué a sentir que cumplí la meta de toda mi vida de representar a la Argentina en una competencia internacional. Pero, gracias a Dios, me di cuenta que, en comparación con las historias de mis compañeras y de jugadoras de otros países que participaron en el torneo, mis luchas no fueron nada especial. Por lo tanto, les ahorraré de mis quejas/fanfarronadas y, en cambio, espero darles una vista privilegiada del fútbol femenino en Latinoamérica y el Caribe.
Una de los aspectos más lindos de los Panamericanos, además de la sensación de salir a la cancha adelante de una hinchada de miles (el único partido para el cual se agotaron las entradas fue la final entre Colombia y Brasil, pero el estadio casi se llenaba en todos los partidos del equipo canadiense), fue la oportunidad de compartir y comparar experiencias con jugadoras de las otras delegaciones. A pesar de que no pude hablar con todos los equipos (no tuve la oportunidad de hablar con las de Ecuador, Costa Rica o Canadá, que tiene un sistema parecido al de Estados Unidos para el fútbol femenino), sí pude dialogar con algunas jugadoras de Trinidad y Tobago (T&T), México, Colombia y Brasil.
Como los primeros tres equipos estaban en nuestro grupo del torneo, dejaré que el orden de los partidos determine el orden de las entradas. Comenzaré con T&T, nuestro primer partido. El partido terminó 2-2, un resultado bastante injusto debido a un arbitraje abismal (nos anularon un gol por posición adelantada pero en el video se ve claramente que nuestra jugadora estaba habilitada por una defensora, y el segundo gol para el empate surge de un tiro libre regalado por una falta inventada en los últimos segundos)... Aún así, a pesar del resultado, fue un buen comienzo para un equipo (nuestro) que no había jugado ni un solo amistoso internacional en los meses anteriores al torneo y que tenía (y tiene) un cuerpo técnico que realmente empezó a trabajar con la selección a partir de marzo 2015 (fue contratado en noviembre-diciembre del año pasado pero solamente trabajaron un par de semanas a fin de año antes de un torneo amistoso en Brasil en diciembre). El resultado, sin embargo, es menos interesante de lo que me contaron los trinitenses.
Cuando le pregunté a un miembro del cuerpo técnico sobre la situación del fútbol femenino en su país mientras hacíamos cola para el desayuno, me respondió que en general no era bueno, PERO que 2015 marcaba el primer año de la liga profesional de mujeres en T&T. En uno de los últimos días tuve la oportunidad de charlar con una de las jugadoras más experimentadas de la Selección Trinitense, Ahkeela Mollon, quien jugó fútbol en la primera división de la liga universitaria en EEUU y luego continuó su carrera de jugadora en Islandia y en Suecia antes de volver a su país para participar en la nueva liga profesional y entrenar con la Selección. Aunque no me contó mucho sobre el desarrollo de jugadoras—mejor dicho ligas inferiores para niñas antes de llegar a los niveles más competitivos—, sí habló sobre las diferencias entre sueldos en los países donde había jugado, tanto de los clubes como de la Selección.
En realidad, la conversación comenzó con una serie de preguntas por su parte: "¿Cuánto ganan jugando en Argentina? ¿En qué clubes juegan ustedes? ¿Cuánto les paga la Selección?" Cuando le respondí con el monto de mi verdadero "sueldo" en River Plate, no podía disimular la expresión de shock en su rostro y tampoco pudo contener su siguiente pregunta: "¿Qué carajo hacés jugando en Argentina? Le expliqué que en Argentina no existe el fútbol profesional tal cual sino el nivel más alto es una liga amateur con algunos clubes que pagan viáticos, River es uno de esos clubes que pagan viáticos o "becas deportivas" y las jugadoras recibimos un promedio de 800 pesos "mensuales" (menos de 60 dólares americanos), un monto que varía dependiendo de las citaciones de la jugadora, su asistencia a los entrenamientos, etc., pero para este año (estamos casi en agosto), el club solamente nos pagó 3 meses de beca (hasta abril).
Luego me preguntó cómo era el costo de vida en Argentina, y le expliqué que era menos que en EEUU pero que sería imposible vivir del viático del club (no sólo porque es poca plata sino también porque nunca sabemos cuándo nos van a pagar), más que un sueldo, el viático es como una ayuda que viene de vez en cuando para darte un gusto o cubrir algún gasto inesperado. Lógicamente, supuso que River era un club chico porque no lo conocía por nombre, pero cuando le mostré unas foto del Monumental, el estadio más grande de la Argentina, una del aspecto impresionante desde afuera y una desde adentro durante un Superclásico, su asombro inicial se transformó en indignación. Ahkeela no llegaba a entender cómo un club tan grande como River Plate no podía invertir más en su equipo femenino.
COMENTARIO APARTE: *Ni quiero imaginar su respuesta si le hubiera contado que a partir de este año, River Plate ha rescindido cualquier forma de cobertura médica para el fútbol femenino, negando pagar hasta los estudios necesarios para poder participar en el torneo y tampoco se hará cargo de cualquier lesión sufrida en competencia o entrenamiento oficial... Les contaré más sobre esto en las publicaciones que vienen.*
Me contó que su club pagaba entre 800-900 dólares americanos mensuales a sus jugadoras y a la vez cubría casa, comida y costos de transporte. Sin embargo, existen unas diferencias claves entre el fútbol femenino en Argentina y T&T como la estructura del campeonato y la fuente de los sueldos. Mientras que en Argentina los viáticos y beneficios provienen del club (y también hay mucha diferencia entre lo que ofrecen los clubes en el campeonato, desde los clubes donde las jugadoras tienen que pagar los colectivos para viajar a los partidos de visitante hasta clubes que ofrecen becas de estudio en universidades privadas como River Plate y la UAI Urquiza y otros que otorgan no solo cobertura médica sino una obra social completa a sus jugadoras), en T&T los sueldos son pagados por el gobierno nacional. En T&T, la liga profesional está compuesta por 5-6 equipos, pero en Argentina actualmente hay 18 equipos en el torneo oficial de AFA, lo cual implicaría una diferencia significativa en términos de cuántas jugadoras cobrarían y la cobertura otros gastos relacionados.
Luego, sus preguntas se orientaron hacia la Selección ya que seguramente tenía que ser mejor que la situación de los clubes... Y mientras que económicamente es mejor, no es por mucho. Durante los meses previos a los Juegos Panamericanos, las jugadoras de la Selección Mayor recibíamos 140 pesos por entrenamiento (aproximadamente 10 dólares americanos) que nos pagaban el último día de cada semana y mientras estábamos en Canadá nos pagaban un viático de 230 pesos, o sea un total de menos de 5000 pesos (~350 dólares americanos) a lo largo de tres semanas. Algunas jugadoras que habían jugado en los Juegos ODESUR el año pasado recibían una beca deportiva de 4500 pesos del ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), una organización sin fines de lucro ligada al Comité Olímpico Argentino y la Secretaría Nacional de Deporte que otorga becas deportivas a deportistas que participen en deportes y competencias olímpicos. Esta beca que incluye obra social y para la Selección Femenina de Fútbol, que no tiene una competencia internacional hasta 2018, hay una alta probabilidad de que se corte después de la revaluación de becas en agosto (ahora).
Nuevamente Ahkeela quedó asombrada después de escuchar nuestra aclaración y exclamó que nadie en el equipo trinitense hubiera viajado por un monto tan chico. Ante situaciones parecidas, ellas hicieron paro y se negaron a subir al avión hasta llegar a un acuerdo que les convenía y la federación escuchaba las demandas de las jugadoras. Ahora fue nuestra chance de quedarnos asombradas. La idea de negarse a subir al avión para demandar aumentos de viático nos resultó completamente extraña, extrema y, sobre todo, imposible de aplicar en Argentina. En River, habíamos considerado hacer huelga para que se mejoraran las condiciones médicas pero al final no la hicimos por temor a que sacaran del todo a la disciplina para reducir gastos en el club, y temores parecidos con AFA nos detuvo hacer semejante protesta.
A pesar de que mi conocimiento del fútbol femenino trinitense sea limitado, parece que ha progresado bastante desde el Clasificatorio al Mundial de CONCACAF de octubre 2014 pasado cuando el DT voluntario, un ícono en el fútbol femenino estadounidense, Randy Waldrum, tuvo que solicitar donativos a través de Twitter para poder pagar los costos de comida y alojamiento del equipo ya que la federación había mandado la delegación con solamente 500 dólares americanos y sin materias de entrenamiento para su estancia en EEUU a lo largo del torneo. El pedido—exitoso ya que varias federaciones, incluyendo la de Haiti, donó para apoyar a las jugadoras—inicialmente incitó una respuesta de enojo de la federación y del gobierno nacional de T&T, pero posiblemente fue el toque de atención necesario para estimular inversión y apoyo para el deporte con la fundación de la liga profesional.
Estoy siempre a favor de aprender y adoptar ideas exitosas de otros países, pero todavía es muy temprana en mi "investigación" para poder llegar a cualquier tipo de conclusión. Esperemos hasta que veamos las situaciones de un par de naciones más antes de decidir qué teorías y prácticas podrían ser aplicadas al fútbol femenino argentino.
En el vestuario antes del partido con Trinidad y Tobago |